Lugar de origen: norte de Hispania (quizás Gallaecia)
Fechas: siglo IV
Entretanto, señoras mías y luz de mi vida,
dignaos acordaros de mi, sea que esté viva,
o sea que haya muerto.
Egeria, Itinerario
Las mujeres en el cristianismo parecen haber tenido siempre un papel secundario, relegado a dos únicos posibles modos de vida: el de la mujer virtuosa (madres devotas, mártires, vírgenes...) cuyo epítome sería la Virgen María o al de femme fatale, siendo Eva el más claro ejemplo de mujer corruptora de hombres. Sin embargo ni desde el punto de vista bíblico propiamente dicho, ni desde la realidad histórica, esto fue así. Encontramos en la Biblia figuras activas y de carácter fuerte como Judit, Ester o Débora, pero también hay mujeres muy relevantes en la historia de la propia religión. Quizás la más conocida de éstas últimas sea Elena, la madre del emperador Constantino, que es considerada una pieza clave de la historia del cristianismo. También hay otras mucho menos conocidas como Faltonia Betitia Proba, una poeta cristiana del siglo IV o Elia Eudocia, emperatriz romana de Occidente y esposa de Teodosio II. Sin embargo y a pesar de ser muy numerosos los ejemplos de figuras femeninas realmente interesantes, el devenir patriarcal del cristianismo ha ido relegando a la mujer cada vez más, apartándola de los puestos de poder.
Por otro lado, todos conocemos las aventuras del viajero Marco Polo que nos narró las maravillas de la China del periodo Yuan y que dio inicio a esa especie de fascinación hacia Oriente que ha existido desde hace siglos. Pues bien, hoy hablamos de una figura en la que bien podrían converger la devoción de Santa Elena y las ansias de aventura de Marco Polo. Una mujer del siglo IV llamada Egeria que realizó un fascinante viaje de más de 5.000 kilómetros movida por la fe y el ansia de conocimiento y del cual además, dejó testimonio por escrito en lo que quizás sea el primer libro de viajes escrito por una "española". Una mujer que se autodefinía como curiosa y despierta y de la cual más allá de su obra, poco conocemos.
Nacida en la Hispania del siglo IV, lo más seguro es que naciera en el seno de una familia acomodada, -hay autores que la hacen incluso pariente del emperador Teodosio-. El lugar de nacimiento es dudoso y hay quien asevera que nació en la actual Galicia mientras que otros sitúan su nacimiento en la zona del El Bierzo, León. No está del todo claro. Lo que sí que es casi seguro, es que debió de tener una situación económica desahogada pues cristiana como era, se embarcó en una auténtica aventura que la llevó desde la Península Ibérica hasta Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla para visitar los Santos Lugares. Y como antes ya apuntábamos, además dejó por escrito su andadura en una especie de diario de viaje, escrito en un lenguaje sencillo, casi coloquial en sermo cotidianus o latín vulgar, con lo que su obra tiene además, un alto interés filológico.
Tratemos de imaginar el recorrido que nos describe en su obra: salió desde la Península Ibérica siguiendo la AP7 y la A9, una carretera que casi calca la vía Domitia, esto la llevó al sur de la Galia (Francia). Desde allí marcho al norte de Italia; tomó un barco y cruzó el mar Adriático. Llegó a Constantinopla en el año 381. Desde allí, partió a Jerusalén y visitó Jericó, Nazaret y Cafarnaúm. De Jerusalén marchó hacia Egipto en 382, visitó Alejandría, Tebas, el mar Rojo y el Sinaí. Visitó luego Antioquía, Edesa, Mesopotamia, el río Éufrates y Siria desde donde regresó vía Constantinopla. A lo largo de su obra va narrando sus impresiones, describiendo paisajes... si bien siempre centrándose en los Santos Lugares.
Egeria además parece ser que viajaba sola. Una mujer recorriendo miles de kilómetros para visitar Tierra Santa, -y no olvidemos para ello tendrá que recorrer ciudades insalubres, llenas de maleantes dispuestos a aprovecharse de los "turistas", territorios peligrosos,- no debía de ser visto con buenos ojos por sus coetáneos. Veamos por ejemplo, lo que opinaba Gregorio de Nisa, contemporáneo de Egeria, respecto a la peregrinación femenina:
Una mujer no puede realizar un viaje tan largo si no tiene quien la acompañe, ya porque, debido a su debilidad natural, se la debe ayudar a subir a la cabalgadura y a bajar de ella, ya porque debe ser protegida en los lugares difíciles.
Gregorio de Nisa, Epístola 3, siglo IV
Entonces, ¿Cómo es posible que una mujer en el siglo IV realizara todo este recorrido sola? No está del todo claro, quizás gracias a su más que probable situación económica desahogada hubiera conseguido un salvoconducto que le otorgara libertad de movimientos. En su narración habla del cursus publicus romano, una red de vías de las legiones romanas en la que había casas de postas. También sabemos que se alojó en monasterios y que fue recepcionada por diversas autoridades religiosas locales. Pero además de este aspecto técnico -fundamental obviamente- debió de ser una mujer curiosa y valiente al igual que otras muchas peregrinas como Silvia de Aquitania, Santa Melania la mayor o santa Paula de Roma, quienes también realizaron peregrinaciones a Tierra Santa en época remota.
+ INFO: ARENAL. Revista de Historia de las Mujeres, Biblioteca Nacional de España, La viajera empedernida, Viaje de Egeria: el primer relato de una viajera hispana (LIBRO), WIKIPEDIA,
Vaya con Egeria! Y tanto que era aventurera! Además, ese diario debe ser muy interesante, seguro que contaba alguna que otra intimidad que desconocemos... Una mujer valiente que se suma a este maravilloso blog. Gracias por compartir una semana más tus conocimientos. Siempre nos dejas con esas ganas de seguir leyéndote. Enhorabuena. Un abrazo!
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